Saludable advertencia(no digan que no se los dije):
Este lugar es uno de los lugares más peligrosos de la galaxia espiral Vía Láctea(albergadora de un raro y precioso planeta). El Club Bilderberg, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, el Banco Mundial, el Partido Revolucionario Institucional, la OEA, la OTAN, y otras organizaciones prehistóricas, advierten que visitar este lugar es visitar las entrañas de la subversión, el manantial de los anacronismos, la alcoba de un demonio de demonios.
El Vaticano debe enviar exorcistas con sus más finos y milenarios mensajes de falso amor. Monsanto debe esparcir sus neuroncidas para eliminar todo axón y dendrita hasta la raíz. La British Petroleum debe regar sin deliberación toneladas de sacrosantos petróleos. El gobierno de las Empresas y Bancos Unidos de Asesinamérica(United States of America), debe enviar poderosos drones con bombas más criminales que las que soltó en Hiroshima y Nagasaki.

sábado, 21 de enero de 2012

Elegía de un recuerdo imposible

Qué no daría yo por la memoria
de una calle de tierra con tapias bajas
y de un alto jinete llenando el alba
(largo y raído el poncho)
en uno de los días de la llanura,
en un día sin fecha.

Qué no daría yo por la memoria
de mi madre mirando la mañana
en la estancia de Santa Irene,
sin saber que su nombre iba a ser Borges.

Qué no daría yo por la memoria
de haber combatido en Cepeda
y de haber visto a Estanislao del Campo
saludando la primer bala
con la alegría del coraje.

Qué no daría yo por la memoria
de un portón de quinta secreta
que mi padre empujaba cada noche
antes de perderse en el sueño
y que empujó por última vez
el 14 de febrero del 38.

Qué no daría yo por la memoria
de las barcas de Hengist,
zarpando de la arena de Dinamarca
para debelar una isla
que aún no era Inglaterra.

Qué no daría yo por la memoria
(la tuve y la he perdido)
de una tela de oro de Turner,
vasta como la música.

Qué no daría yo por la memoria
de haber oído a Sócrates
que, en la tarde la cicuta,
examinó serenamente el problema
de la inmortalidad,
alternando los mitos y las razones
mientras la muerte azul iba subiendo
desde los pies ya fríos.

Qué no daría yo por la memoria
de que me hubieras dicho que me querías
y de no haber dormido hasta la aurora,
desgarrado y feliz.

Jorge Luis Borges

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